Durante meses nos preparamos para el día “P”: el día del Parto, así, con mayúscula. Conforme
avanzaron los meses, nuestro bebé pasó de tener el tamaño de una lenteja (a las 6 semanas)
al de una sandía pequeña (a las 39 semanas); atravesamos un mar de síntomas, cambios
físicos y estados emocionales.
Asistimos a revisiones médicas y lloramos al escuchar el latido del corazón, tomamos vitaminas
y ácido fólico, recibimos consejos (no siempre pedidos), nos quedamos dormidas por aquí y por
allá, se nos hincharon los pies, fuimos protagonistas absolutas de algún baby shower,
anidamos preparando ropa, acomodando muebles y accesorios…
Y entre un preparativo y otro, imaginamos cómo serían los días cuando ese bebé que veíamos
en el monitor del ultrasonido estuviera finalmente en nuestros brazos. Cómo se verían y
sentirían su cara, sus manos y sus pies en vivo y a todo color. Nos dijimos: este tipo de mamá
seré.
Si todo salió más o menos según el curso regular, después del parto pudimos pasar una o dos
noches bajo control en el hospital, pero tan pronto volvimos a casa y abrimos la puerta, más de
una cosa se ha dado de forma ligera o diametralmente opuesta a como la habíamos pensado.
Tranquila: no es que lo estés haciendo “mal”. Más bien, es señal inequívoca de haber entrado
en la dimensión materna, ahí donde tener un bebé pequeño entre brazos es tan maravilloso
como aterrador.
Puedes abrumarte por aspectos en apariencia sencillos y resolver con tremenda practicidad
cosas que ni siquiera te habías planteado. Quieres comértelo a besos al mismo tiempo que
temes “descomponerlo o echarlo a perder” a la primera de cambios. Y encima, tu cuerpo se
siente ajeno.
Sea que hayan pasado unos días, semanas o incluso un par de meses desde ese momento, en
Nuby sabemos que necesitas leer y escuchar esto en voz alta (dilo):
«NADIE llega al día después del Parto sabiendo cómo ser madre (o padre).«
En Nuby lo sabemos y a través de este espacio queremos acompañarte a ti, a esa mamá que
nació junto con su bebé durante el proceso de conocerse y descubrirse a sí mismos, al otro y al
mundo, un paso y un día a la vez.
¡Bienvenidos!
Escrito por Mon Margo